“No jugamos mal”, dijo Marcelo Gallardo en conferencia de prensa después de la derrota frente a Banfield en el Monumental. Y por primera vez en mucho tiempo, el grueso del mundo River no coincidió con la afirmación de su líder. Pero además porque es vidente que hoy por hoy sufre una de las principales falencias en su juego. ¡Increíble!
La realidad es que River manejó la pelota ante Banfield. Luego, tuvo un tramo en el inicio del segundo tiempo en el que se lo llevó puesto. Pero lejos estuvo de gozar de precisión en el área o cerca de ella, donde se definen los partidos. El elenco de Gallardo lo intentó durante los 90 minutos, pero chocó repetidas veces contra la defensa del rival.
Juntaba pases por dentro, con alguna incursión de De La Cruz o Palavecino, o descargaba rápido por fuera para Elías Gómez o Herrera. Aunque solo pudo desnivelar en una oportunidad: el gol de Borja. Puesto que llegó tras un centro preciso del Yacaré desde el costado derecho a la cabeza del colombiano, quien había ingresado un ratito antes.
Los centros al área es uno de los recursos preferidos de Gallardo para lastimar, pero no está funcionando. Porque no se trata de tirar por tirar y eso es algo que viene pasando. Cuando mantiene una posesión larga pero no encuentra espacios y la pelota termina por los costados, lanza por lanzar. Y muchas veces con pocos jugadores en el área o a veces con la intención de sacársela de encima.
Con Banfield ocurrió y mucho esto, por eso las estadísticas fueron bajísimas en cuanto a efectividad. River tiró ¡49 centros! durante el tiempo regular y sólo siete llegaron a los pies o a la cabeza de un compañero. Solo un 14% de efectividad, un número que debe mejorarse urgente o el conjunto de Gallardo seguirá repitiéndose en centros sin sentido.
