Claro está que River es uno de los clubes más grandes del mundo. A lo largo de sus 120 años de historia, el Millonario ha vivido muchísimas alegrías que lo pusieron en lo más alto. Ver al conjunto de Núñez consagrarse campeón era moneda corriente y los hinchas lo tenían normalizado. Sin embargo, hace diez años River vivió su mayor catástrofe deportiva, la cual cambio para siempre el sentir de la gente y generó que el amor por la camiseta sea aún más incondicional.
Aquel 26 de junio de 2011, más de 60 mil personas se acercaron al Monumental esperando el milagro. River jugaba ante Belgrano de Córdoba por el partido de vuelta de la promoción. Un equipo plagado de juveniles salió a dar la cara en el momento más difícil de la historia y debía ganar por un gol para mantener la categoría, tras lo que fue derrota 2-0 en el Gigante de Alberdi.
Finalmente, el equipo que dirigía J.J López no pudo lograr el objetivo. Empató 1-1 y River quedó condenado a jugar la Primera B Nacional, un hecho sin precedentes en la historia del fútbol argentino. Si bien varios gigantes del mundo como Manchester United, Juventus o Bayer Münich habían descendido, esto era distinto. Es que en la Argentina, el fútbol se vive de manera muy apasionada, por lo que aquel golpe marcó un antes y un después.
El hincha de River estaba tan acostumbrado a los éxitos que, muchas veces, cayó en la subestimación, y no le daba el real valor a los títulos. Algo así le paso a Daniel Passarella, presidente del club por entonces, quien siempre creyó que la banda no podía perder la categoría. Lo cierto es que a partir del descenso, la mentalidad del pueblo riverplatense cambió por completo y el lazo con el club se hizo mucho más fuerte.
Los fanáticos acompañaron masivamente al equipo en los 38 partidos de la B Nacional y llenaron todas las canchas del país. A tal punto es esto que varios rivales del Millonario debieron cambiar de localía para poder albergar semejante pasión. El fútbol argentino estaba viviendo una auténtica revolución por parte de uno de sus máximos exponentes. Todos se unieron en busca del objetivo, y se cumplió. Pero ya nada sería como antes.
River volvió a primera división y las heridas se transformaron en múltiples enseñanzas. El hincha se enamoró más de los colores y empezó a valorar cada logro. El resto es historia conocida. Llegó Marcelo Gallardo y la banda plasmó en la cancha lo que había aprendido. Finalmente, todo volvió a su lugar en aquella noche de diciembre de 2018, en Madrid. Y mientras el descenso sigue generando las burlas de otros clubes, River sigue siendo River. Pero cada día más grande.