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River en la Liga

Un clásico: a lo River y a lo Boca

Mientras el eterno rival salió a buscar el empate, el Millonario fue fiel a su historia en un Superclásico que representó muy bien a ambos clubes.

River
Fuente: River Plate

Si bien en los últimos años ya se hizo costumbre que Boca se sienta muy inferior en los Superclásicos con River, el equipo de la ribera nunca deja de sorprender y en cada visita al Monumental logra superarse. Esta vez, apenas cruzó mitad de cancha y pateó un solo tiro al arco de Franco Armani, cuya presencia en cancha hubiese generado dudas de no ser por el escándalo del final. En definitiva, más de lo mismo por parte del décimo tercero de la tabla, que fue a buscar el empate y jugó a no jugar. Como toda la vida en realidad, pero más aún desde 2018. Vaya uno a saber por qué.

El partido correspondiente a la fecha 15 empezó a jugarse hace varios días en los micrófonos. Por supuesto desde el lado Xeneize. Uno de los máximos referentes como Jorge Figal avisó lo que iba a hacer su equipo en el estadio más grande de Sudamérica, aunque de forma despectiva claro. Es que “un buen partido” para Boca era meterse lo más atrás posible y llevarse un punto que le permitiera mantener la diferencia de 16 puntos en la tabla. Eso quedó reflejado en el “gallinero”, un adjetivo que genera orgullo entre los hinchas de River pero que no cae bien si viene en forma de chicana.

La doble moral de Boca

Pese a que Martín Demichelis no lo tomó así, fue evidente que a Agustín Palavecino no le cayó nada bien lo que dijo el exdefensor de Independiente. Y ahí es donde arranca la doble moral de los muchachos de Brandsen 705. Porque aunque el número 8 se equivocó y no reflejó esa línea de conducta que siempre intenta seguir River, en la vereda de enfrente son los primeros en la lista a la hora de hablar de provocaciones a rivales. Como por ejemplo en el último clásico jugado en el Monumental, cuando Luis Advíncula, Benedetto y varios jugadores más se fueron cargando e insultando a la gente de River. O sin ir más lejos, cuando el 9 subcampeón de América 2018 le festejó burlonamente su gol en Madrid a Cachete Montiel. Ahora bien, si los afectados son ellos es todo un escándalo y creen conveniente agarrarse a trompadas, lo que nunca hicieron los protagonistas Millonarios en ninguno de los dos casos.

Los ejemplos son miles y es parte del fútbol, pero el problema aparece cuando las cosas se analizan mirando el color de la camiseta. Porque cuando Otamendi y Romero le festejaron en la cara un penal errado a un futbolista de Perú nadie dijo nada. Así como tampoco lo hicieron cuando Dibu Martínez bailaba delante de todas sus víctimas en definiciones desde los doce pasos. Y ni hablar de la foto de Cuti gritándole el gol de Messi a Mbappé en la final del mundo. Ahí era folclore, picardía argentina y demás, dicho incluso por quiénes hoy condenan a un Palavecino que debe estar totalmente arrepentido. Fue un descargo al fin y al cabo por lo sucedido en la semana, pero está mal al ser Boca el damnificado. Al menos esa es la lógica que utilizan en la ribera. La misma que en aquellos festejos de Troyansky y Alcaraz, y a la vez diferente en el de Figal a la gente de Vélez.

River y Boca, fieles a su historia

Seguramente el foco esté siendo desviado y la pregunta debería ser por qué el plantel de Boca siempre reacciona mal ante derrotas importantes. Como contra Atlético Mineiro o Racing. El domingo otra vez se quedaron con ocho futbolistas y estuvieron al borde del abandono, gracias a que Darío Herrera decidió no expulsar a Chiquito Romero, segundo máximo responsable de la pelea. Qué muchacho el exarquero de la Selección Argentina, quien abrió otro capítulo de la polémica jornada del Monumental: el arbitraje. Según sus palabras, no hubo penal de Sández a Pablo Solari porque no le arrancó la pierna, y en un Superclásico ese es el único motivo para sancionar falta en el minuto 92. Lo cierto es que Miguel Borja se hizo cargo de manera fenomenal y luego se desató la batalla campal, evidenciando alguna clase de problema en la vereda de enfrente. Será que no saben perder quizás.

En cuanto a la polémica en sí -porque en el penal no hay discusión- Boca reclama la expulsión de Milton Casco. Aunque obviamente omiten hablar de Alan Varela, que antes de recibir la primera amarilla ya había cometido dos claras infracciones. Nadie duda de que Herrera llevó mal el partido, pero como siempre se habla de lo conveniente. Es que el juez salió decidido a llevar rienda corta hasta que omitió amonestar al 5 de Boca en su primer foul, después de sancionar a Rodrigo Aliendro por una plancha inexistente al minuto de juego. Ahí todo se desmoronó y arrancó el típico muñequeo, con una tarjeta inventada a Enzo Díaz e ignorando el fuerte pisotón de un Figal amonestado a Lucas Beltrán. Además de haber elegido a qué jugadores castigar. Por supuesto que las quejas se posan en las no expulsiones de Milton Casco y del ex Talleres, sin mencionar el austero planteo de Jorge Almirón. A lo Boca.

Para colmo, los cambios reflejaron que el empate era un triunfo para el eterno rival. Pese a que sus dirigentes prefirieron salir a protestar en cadena nacional en lugar de cuestionar una idea de juego digna de un equipo de mitad de tabla. A todo esto, en un panorama muy emparentado con la historia de Boca, se olvidaron de que Valentín Barco y Villa debieron ser expulsados ante Racing y no tendrían que haber jugado ayer. En fin, existió sólo un equipo en cancha y el premio llegó con ese penal que desató el delirio de las más de 84 mil almas que colmaron el Monumental. Porque River también jugó a lo River, y pocos clásicos representaron tanto a ambos clubes como este.

Mientras el elenco de Almirón no jugó, salió a buscar un punto inteligente y explicó la derrota en base al árbitro, el equipo de Martín Demichelis fue intenso y con ambición, si bien estuvo lejos de brillar como en otros partidos de esta Liga Profesional que lo tiene como líder absoluto. Fue un encuentro reflejo de lo que son uno y otro, más allá de la triste imagen final de la gresca de ambos planteles. Los clásicos también son esto y las dos hinchadas se vieron muy representadas con todo lo que pasó. Como alguna vez dijo Ramón: las diferencias son muchas en el público, el entorno y el estadio. Porque claro, Boca tenía la camiseta de River en frente.