La labor de doblar camisetas y pantalones, estar en la ordenanza de cada jugador y llevar de acá para allá las pelotas. Algunos podrán decir que es una tarea monótona, aburrida, pero Diego Fabre es uno de los tantos que disfruta de su vida en River. Encargado de la utilería del Fútbol Juvenil e Infantil del club de Núñez. Pero que además tiene una experiencia particular con Lionel Messi.
Diego, siguió el legado de su papá Carlos -de quien experimentó el oficio- y observa de cerca el proceso de formación de los grandes talentos que tiempo más tarde llegarán a Primera. Su nexo fotográfico es incomparable, tiene mil anécdotas para expresar, pero hay una que no se va a olvidar jamás: el día que conoció y quedó maravillado con un pequeño llamado Messi.
El año 1999 es más que particular para el utiliero famoso de Núñez. A los pocos meses de arrancar a trabajar en el club, Leo viajó a Buenos Aires para probarse en la escuela de Núñez junto a Leandro Giménez, otro talento rosarino. Y ahí, el destino los juntó. “Fue una semana donde nuestra labor, como la de todos los días”, comenzó relatando en diálogo con Diario Olé.
A lo que luego agregó: “Era entregarle la ropa de entrenamiento a esos dos niños como al resto de todas las categorías. Y yo le di la camiseta a Messi. Y el mismo destino que los unió hace más de una década les consintió reencontrarse en el Monumental luego del partido de la Selección contra Bolivia. En una noche llena de emociones para el capitán Albiceleste.
El reencuentro en la noche de ayer
Un encuentro rápido, pero intenso. Messi se tenía que ir, la gente de Seguridad extremaba, pero Fabre se llevó un abrazo único y en ese instante su mundo se detuvo: “Le conté la anécdota y me miró y me escuchó muy emocionado. Y desde el lugar más humilde de nuestra utilería le hice entrega para su colección de la camiseta que un día había sido usado de niño”, concluyó.