River se prepara para un compromiso de vital importancia este domingo a las 20:30 horas, enfrentando a Gimnasia y Esgrima La Plata por la Fecha 14 del Torneo Clausura. Sin embargo, con el Superclásico ante Boca a la vuelta de la esquina, existe una situación que preocupa: la acumulación de amarillas en algunos jugadores.
La necesidad de River de sumar los tres puntos es urgente, no solo para mejorar su ubicación en la tabla de posiciones, sino también para recuperar la moral tras la reciente eliminación de la Copa Argentina. Este encuentro servirá como antesala del Superclásico, un duelo que Marcelo Gallardo había marcado como uno de los objetivos prioritarios del semestre.
El presente futbolístico del “Millonario” está plagado de incertidumbre, producto tanto del bajo nivel individual de sus jugadores como de la falta de una idea clara en el desarrollo de los partidos. La inesperada salida del certamen federal intensificó el malestar de la afición, haciendo del encuentro contra el “Lobo” un desafío crucial para comenzar a revertir la imagen. Sin embargo, el cuerpo técnico debe gestionar la alineación no solo pensando en el triunfo, sino también en las posibles sanciones disciplinarias.
River apunta al Superclásico para alivianar la crisis
Gallardo se enfrenta a un dilema táctico de cara al fin de semana, ya que tres futbolistas fundamentales en su esquema defensivo están al límite de la suspensión. Los defensores titulares Lucas Martínez Quarta, Lautaro Rivero y Marcos Acuña acumulan actualmente cuatro tarjetas amarillas. Si cualquiera de ellos es amonestado por quinta vez en el partido contra Gimnasia, quedaría automáticamente inhabilitado para participar en el crucial choque contra Boca.
La situación pone al entrenador de River en la posición de tener que sopesar prioridades: necesita imperiosamente la victoria inmediata para cortar la mala racha y calmar los ánimos, lo que sugiere alinear a sus mejores hombres. No obstante, existe un riesgo tangible de perder piezas esenciales para el Superclásico, un encuentro que podría brindar una alegría significativa a la hinchada. El técnico había manifestado previamente sus objetivos, y ahora, sin la Copa Argentina, la victoria ante el eterno rival se convierte en el gran bálsamo para la crisis.
