Marcelo Gallardo se llevó todas las miradas en el reciente triunfo de River frente a Talleres, que significó mucho más que la simple adición de tres puntos. La victoria no solo permitió al equipo escalar posiciones en la tabla de la Zona B del Torneo Clausura, sino que también lo colocó en zona de clasificación para la Copa Libertadores 2026 en la tabla anual, desplazando a su clásico rival, Boca Juniors.
La trascendencia del resultado se evidenció en la reacción de Marcelo Gallardo, cuyo eufórico festejo tras el segundo gol se interpretó como un profundo desahogo en un momento de gran presión. Como es habitual en cada encuentro, las cámaras de televisión siguieron de cerca al director técnico de River, un entrenador que nunca disimula sus sentimientos y pensamientos.
La celebración del gol convertido por Maxi Meza mostró una liberación emocional significativa en Gallardo, una efusividad que hacía tiempo no se observaba en el festejo de un tanto de su equipo. La jugada que derivó en el gol comenzó a anticiparse cuando Facundo Colidio ejecutó una gambeta y aceleró hacia el área rival.
Marcelo Gallardo y un festejo descontrolado
Meza fue el encargado de empujar a la red el preciso pase que Colidio lanzó al centro del área. El gol llegó en un tramo del partido donde Talleres, con la desventaja inicial, intensificaba su presión en busca del empate, lo que acrecentaba la tensión. Marcelo Gallardo estalló en un grito a viva voz, con el puño en alto, celebrando con todo su cuerpo, marcando un instante de palpable tranquilidad.
El festejo culminó con el tradicional saludo con su auxiliar de campo, Matías Biscay, sellado con un beso en la mejilla, justificado por la necesidad de la victoria. River venía de arrastrar un saldo de seis derrotas en los últimos siete partidos del Torneo Clausura. En las jornadas previas, las decisiones tácticas y las sustituciones de Gallardo habían sido objeto de críticas. Sin embargo, en esta ocasión, el entrenador demostró un alto grado de acierto.
