Marcelo Gallardo vivió en Avellaneda una fecha más que especial. Es que el entrenador más ganador de la historia de River, si bien todavía tiene un par de encuentros amistosos por delante, esta tarde dirigió su último partido oficial en el clásico ante Racing. Y en Soy del Millo te contamos cómo vivió este día en el que culmina su exitoso ciclo.
Luego de un banderazo inolvidable y muy conmovedor en el playón del Monumental, Marcelo Gallardo llegó al Cilindro de Avellaneda tranquilo, con una sonrisa y pulgares arriba. Bajó del micro y enfiló rumbo al vestuario visitante, donde terminó de concretar algunos detalles tácticos y entregó la planilla con la formación que estuvo desde el arranque.
Sorpresivamente, salió a la cancha con un 4-4-2, en el que Pablo Solari y Esequiel Barco fueron los extremos. Antes del inicio del clásico, Gallardo saludó a Fernando Gago y le deseó un buen partido. Más allá de la buena onda entre los DTs, enseguida se metió en el partido y comenzó a dar las primeras indicaciones a sus jugadores prácticamente desde el pitazo de Echavarría.
Los primeros gritos fueron para Casco y Barco, a quienes les pidió que se escalonaran tanto en ataque como en el retroceso. En sí, en el primer tiempo, estuvo con las manos en los bolsillos y un semblante que comunicaba mucha serenidad. Tal es así que a los 13 minutos se sentó y mantuvo una charla con Matías Biscay, analizando algunos movimientos a seguir.
Pocos minutos después, volvió a ponerse de pie, esta vez para pedirles tanto a Borja como a Beltrán que se involucren más en la recuperación de la pelota. Con el correr de los minutos, el técnico fue dejando esa calma inicial y comenzó a entrar en calor. A los 26 minutos, se acercó al cuarto árbitro para discutir por una falta sobre Palavecino desde atrás.
Punto final para la historia de Marcelo Gallardo en River
A los 10 minutos del complemento se produjo la jugada que abrió el partido: Pinola empujó levemente a Copetti y Echavarría no dudó. Sí, penal. El VAR asintió que hubo falta y Matías Rojas lo cambió por gol. Gallardo se volvió a sentar en el banco junto a Biscay y se mostró fastidioso no sólo por la sanción del juez, sino también por el movimiento defensivo de sus dirigidos.
El último cuarto de hora de partido, Gallardo pasó por todos los estados de ánimos posibles. Se enojó, aplaudió y después festejó. Al final, volvió a mostrarse sereno. Saludó a cada uno de sus futbolistas, también a los de Racing y a su cuerpo técnico. No hubo una celebración efusiva, pero sí una palmada y las felicitaciones para todo su plantel. Su última función oficial en el banco de River terminó con triunfo.