El cierre del 2025 encuentra a River y Boca transitando realidades similares, pero a su vez muy distintas. Si bien ambos quedaron con sabor a fracaso esta temporada, lo cierto es que aún asà el contexto es adverso para ambos, debido a que uno sà obtuvo los resultados finales que buscaba y cumplió su objetivo, mientras que el otro llega al 31 de diciembre con muchas falencias futbolÃsticas por resolver.
Del lado del rival de toda la vida, el cierre del 2025 les permitió recuperar algo de calma. Pese a los tropiezos previos, finalmente el equipo de Claudio Úbeda clasificó a la fase de grupos de la Copa Libertadores 2026, además de que se quedó con el Superclásico en La Bombonera, lo que funcionó como un punto de apoyo fundamental para prepararse para el brindis con la frente en alto. Incluso, queda la sensación de que el proyecto se estabilizó en el final del año.
Mientras tanto, el River de Gallardo dejó más dudas que certezas. Sin tÃtulos, perdiendo el clásico de visitante y teniendo que conformarse con disputar la Sudamericana el próximo año. Asà las cosas, en Núñez aparece un escenario de presión absoluta. El Muñeco debe cambiar y reaccionar rápidamente, rearmando el plantel y planificando de otra manera un año que deja un margen de error que se redujo al mÃnimo.
La diferencia entre uno y otro no pasa únicamente por los resultados, sino por el momento desde el cual se proyecta el futuro. Boca planifica desde una base que respondió en el cierre del año, mientras que River debe reconstruir desde un escenario más incómodo, con la exigencia de volver a competir al máximo nivel en el corto plazo.
Un brindis con realidades opuestas para River y Boca
El calendario se reinicia para todos, pero no desde el mismo lugar. Boca despide el año con alivio y objetivos cumplidos; River, con la obligación de reaccionar rápido. Dos cierres opuestos que explican por qué el 2026 se empieza a jugar incluso antes de que ruede la pelota.