Durante la primera mitad, la Selección Argentina intentó imponer condiciones. Sin embargo, Marruecos mejoró con el correr de los minutos, y supo marcarle la cancha a la última línea albiceleste. Ahí no terminó el avance del campeón africano, que aprovechó una desatención de la defensa argentina sobre el final y abrió el resultado en el Estadio Geoffroy-Guichard.
Las cosas se siguieron complicando para los dirigidos por Javier Mascherano, debido a que ingresaron dormidos en el complemento y pagaron caro por otro error defensivo. Julio Soler apenas tocó al delantero rival, aunque el árbitro no dudó en marcar la penal máxima. Soufiane Rahimi cambió la oportunidad por gol, estirando así la ventaja para su Selección.
A los 23 minutos de la segunda mitad, la Albiceleste encontró el ansiado descuento. Fue gracias a Giuliano Simeone, quien aprovechó su olfato goleador y la mandó a guardar. A partir de ese momento, la Selección Argentina se hizo cargo del compromiso, empezó a empujar y buscó de manera desesperada el tanto que iguale la contienda.
Estuvo muy cerca de conseguirlo gracias a una enorme habilitación de Luciano Gondou, quien dejó a Julián Álvarez en posición de gol. A pesar de que el Araña consiguió controlar, no pudo sacar su remate a tiempo y perdió el duelo personal con el arquero marroquí. De igual manera, Argentina no bajó los brazos y buscó por todos los medios posibles el segundo.
Lo consiguió de manera agónica, gracias a sus ganas y perseverancia. Prácticamente en la última jugada del encuentro, una serie de rebotes parecía frustrar la ilusión. Pero la pelota le quedó a Cristian Medina, quien la empujó de cabeza y selló el empate definitivo.
Con este tanto, todo se descontroló en las tribunas: los hinchas marroquíes empezaron a tirar botellas y pirotecnia contra los jugadores argentinos. Por fortuna no pasó de un susto, y los jugadores pudieron retirarse a los vestuarios rápidamente. Tras estas acciones, el árbitro no dio por terminado el partido, sino que lo suspendió con promesa de reanudarlo.
Después de esperar poco más de una hora, marcó que los jugadores regresen al terreno de juego. Desde el VAR cobraron fuera de lugar de Cristian Medina, por lo que el tanto albiceleste no subió al marcador. Acto seguido llegó el silbatazo final, que sentenció un encuentro insólito y dejó a la Selección de Javier Mascherano con las manos vacías.