Nacho Fernández fue uno de los grandes regresos que tuvo este River de Martín Demichelis. Sin embargo, de comenzar siendo una de las figuras, pasó a quedarse en el banco de suplentes. Por rendimiento y por competencia interna, seguramente. Pero, siempre será trascendental. Y sus números muestran la influencia que marca en el equipo.
Nacho Fernández dejó de ser el 10 para ser 26 desde la llegada de Manuel Lanzini. Y también empezó a jugar mucho menos que antes. A veces con mayor lucimiento que otras, pero siempre fue uno de los puntales del River campeón. Y su ausencia también pareció explicar en parte de este bajón en el rendimiento colectivo después de dar la vuelta olímpica hace un par de meses.
Contra Vélez, por caso, su figura en el banco se hizo gigante con un 11 que en el Amalfitani se mostró muy flojo. Las líneas desconectadas, con poco volumen de juego y sin conexión entre los mediocampistas y los atacantes. Fernández fue un símbolo de ese esquema de cinco volantes de juego en el que él, Barco y De la Cruz fueron los que más y mejor llegaron a acompañar a Lucas Beltrán.
La influencia de Nacho se traduce también a los números. Durante el ciclo de Demichelis, fue titular en 33 partidos, de los cuales River obtuvo un 75,8% de los puntos que disputó. Es decir, 24 triunfos, seis derrotas, tres empates. Mientras que cuando no jugó de arranque (nueve partidos), el equipo sólo ganó una vez y sacó apenas un 33,3% de efectividad. En este aspecto, dos victorias, tres empates, cuatro derrotas.
Acaso el temblor por el que pasó River y la pálida presentación con Vélez derive en un volver a las bases. En Liniers no sólo se vio a un elenco desconectado, sino también al campeón sin la actitud de siempre. Y para eso Nacho también es clave: líder puertas adentro, pero también sobre el campo. Es el futbolista que pide siempre la pelota, que marca el timing, que ordena y que es inteligente también para hablar y llevar a los árbitros.