La reciente eliminación de River ante Palmeiras volvió a encender una alarma que ya no puede ignorarse: el equipo de Núñez ha sido eliminado por clubes brasileños en recientes ediciones de Copa Libertadores. El triunfo del Verdao profundiza el mal momento Millonario respecto a la competencia continental.
River salió al césped del Allianz con la urgencia de remontar el 1-2 sufrido en el Monumental. Gallardo apostó por un 4-2-3-1 agresivo, con Salas como referencia de área, Juan Fernando Quintero en la creación y Enzo Pérez como ancla en el mediocampo.
El plan pareció funcionar de entrada: un tiro libre quirúrgico de Quintero encontró la cabeza de Salas, quien conectó un frentazo imparable para abrir el marcador y poner el global 2-2. La hinchada millonaria, con 2.000 gargantas en São Paulo, estalló, y el festejo de Salas –emulando al “Matador” Marcelo Salas con el brazo al cielo– encendió la ilusión de una remontada épica.
Final del partido en Brasil. Palmeiras 3 – River 1.#Libertadores | #VamosRiver ⚪️🔴⚪️ pic.twitter.com/CMCjanINFB
— River Plate (@RiverPlate) September 25, 2025
La derrota ante Palmeiras no es un hecho aislado, sino parte de un patrón que se repite con preocupante frecuencia. Desde el título de 2018, River ha chocado una y otra vez con el fútbol brasileño en la Libertadores, cayendo en cuatro de las últimas cinco ediciones:
- 2021: Atlético Mineiro aplastó 3-0 en Belo Horizonte (4-1 global) en cuartos, con Nacho Fernández –ex River– como verdugo.
- 2022: Flamengo dominó 3-1 en semifinales, aprovechando un Maracaná inexpugnable y los errores de una defensa liderada por Mammana.
- 2024: Ante Internacional, en cuartos, eliminó al Millonario con un 2-1 global, capitalizando la falta de definición en Núñez.
- 2025: Palmeiras, con un 5-2 global, ratifica la supremacía verdeamarela, consolidando a Abel Ferreira como un estratega que sabe leer a Gallardo.
Los equipos de Brasil han mostrado una superioridad táctica, física y emocional en los cruces directos. Mientras River intenta sostener una identidad de juego, los clubes brasileños imponen intensidad, jerarquía individual y una lectura de partido que suele marcar la diferencia.
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